Desde SiArt Swiss Company defendemos y fomentamos la importancia de una vida sana con una alimentación adecuada. Una buena alimentación desempeña un papel esencial en nuestra salud. Reduce el riesgo de desarrollar determinadas enfermedades crónicas y, por tanto, aumenta la esperanza de vida. Esto se debe a que los alimentos proporcionan todo lo necesario para que nuestras células funcionen correctamente y permiten que nuestro cuerpo se desarrolle armoniosamente.
LA IMPORTANCIA DE TENER UN FUNCIONAMIENTO NORMAL DE NUESTRO SISTEMA INMUNE
Nuestro sistema inmune tiene dos sistemas:
1.- El Sistema Inmune Celular.
El Sistema Inmune Celular está principalmente especializado en luchar contra patógenos intracelulares, (generados en el interior de nuestro organismo) como pueden ser los virus, parásitos o patógenos que han sido fagocitados. La fagocitosis es una forma específica de endocitosis, es un proceso erróneo que no debe producirse y donde las células asimilan partículas sólidas, entre las que se incluyen los patógenos microbianos, que son completamente dañinos.
La inmunidad celular o sistema inmune celular viene con nosotros, es innata. Por eso se le llama Inmunidad Innata.
2.- Sistema Humoral.
El sistema humoral por otro lado, actúa contra patógenos extracelulares, los que provienen del exterior. Su función la realizan a través de moléculas que circulan en la sangre y en secreciones de las mucosas, como son los anticuerpos. El sistema humoral aprende con el paso de los años y con la aparición en nuestro cuerpo de nuevos virus o patógenos. Una vez que nuestro sistema humoral ha combatido contra un determinado extraño que nos quiso atacar, nunca lo olvida, y si vuelve, nuestro sistema estará preparado para combatirlo. El sistema humoral posee una Inmunidad Adquirida, como decíamos la aprende con el tiempo.
¿POR QUÉ ES FUNDAMENTAL TENER UN SISTEMA INMUNE CON UN FUNCIONAMIENTO NORMAL?
La función principal de nuestro sistema inmunológico es la de combatir a los virus, bacterias o cualquier otro organismo infeccioso que quiera dañar nuestro organismo. Pero ATENCIÓN si comienzan a producirse errores a causa de un mal funcionamiento del mismo, nuestro sistema inmune que se diseñó para protegernos, nos puede atacar y volverse en nuestra contra.
Cuando el sistema inmunológico no funciona correctamente, no distingue entre las células propias de las ajenas o de las erróneas. Y en vez de combatir, luchar, o protegernos contra antígenos externos o de nuestras células propias erróneas, las células del sistema inmunológico o los anticuerpos que producen, pueden ir en contra de sus propias células y tejidos por error, e incluso no actuar frente a las células erróneas dejando que estas se apoderen de nuestro cuerpo (ejemplo: aparición de células cancerígenas. Ejemplo: enfermedades reumáticas, el sistema inmunitario ataca al tejido óseo. El regreso de un sistema inmunitario de funcionamiento normal ayudará a la desaparición de ataques a nuestro tejido óseo.
A este proceso se le conoce como autoinmunidad, y los componentes involucrados en la ofensiva se llaman linfocitos autorreactivos o autoanticuerpos. Esta respuesta errónea del sistema inmunológico contribuye a varias enfermedades autoinmunes. Las enfermedades autoinmunes son causadas por nuestro propio organismo, su error y causa se instala dentro de nosotros. Algunos científicos ya consideran al cáncer como una enfermedad autoinmune, se está empezando a catalogar de esta forma. La células cancerígenas son células erróneas que aparecen y/o se crean en el interior de nuestro organismo.
Ejemplos de enfermedades autoinmunes:
Diabetes tipo 1. Artritis reumatoide (AR). Psoriasis/artritis psoriásica. Esclerosis múltiple. Lupus eritematoso sistémico (lupus). Enfermedad inflamatoria intestinal. Enfermedad de Addison. Enfermedad de Graves. Síndrome de Sjögren. Miastenia gravis. Vasculitis autoinmune. Anemia perniciosa. Enfermedad celíaca.
Además:
La depresión, así como el estrés y la falta de descanso, disminuyen nuestras defensas. La depresión y el estrés provocan un aumento de la producción de adrenalina y cortisol, para preparar al cuerpo a reaccionar. Disminuyen los leucocitos o glóbulos blancos, células que defienden de posibles infecciones, aumentando el riesgo de contraer enfermedades. Además el estrés provoca un cansancio continuado y en la mayoría de ocasiones provoca un descanso discontinuo o no adecuado. Poseer un sistema inmune con un funcionamiento normal ayuda a combatir de forma directa la depresión, el estrés y la falta de descanso.
Destacamos algunas funciones importantes de nuestros héroes que forman nuestro sistema inmune:
Los Macrófagos: guardaespaldas de las articulaciones.
Los macrófagos son células especializadas en la detección, fagocitosis y destrucción de bacterias y otros organismos dañinos. Además, pueden presentar antígenos a las células e iniciar el proceso inflamatorio mediante la liberación de moléculas (llamadas citocinas), que activan otras células.
Destacamos a los macrófagos derivados de monocitos, que contribuyen activamente a la inflamación de las articulaciones, y los de tipo epitelial que restringen la respuesta inflamatoria al proporcionar una protección a través de uniones estrechas intraarticulares. Esta diversificación funcional entre los macrófagos sinoviales tiene importantes implicaciones para el papel general de este tipo celular en los procesos inflamatorios. Existen, por tanto, los macrófagos en varios subconjuntos, algunos de los cuales son proinflamatorios, mientras que otros son antiinflamatorios y ayudan a la reparación de los tejidos. Este equilibrio de inflamación y antiinflamación los convierte, entre otras cosas, en los guardianes de las articulaciones.
Los Neutrófilos: los reclutadores.
Son muy importantes como mediadores de la inflamación. Por un lado, los neutrófilos liberan diferentes sustancias que contribuyen a la reacción inflamatoria y al reclutamiento de otras células del sistema inmune al sitio de la infección. Son el tipo más común de glóbulo blanco. Acuden al lugar de la infección y liberan sustancias llamadas enzimas para combatir las bacterias o los virus invasores.
Los eosinófilos: diplomáticos ante la hipersensibilidad.
Poseen diferentes funciones, de las que destacamos:
Defensa contra infecciones parasitarias. Defensa contra bacterias intracelulares. Modulación de las reacciones de hipersensibilidad inmediata.
Los basófilos: grupo de operaciones especiales.
Se encuentran en la sangre, cuando se les necesita en las infecciones parasitarias, acuden de forma inmediata estableciéndose en los tejidos. Allí, se despliegan y liberan el contenido de sus gránulos, pequeños compartimentos que contienen sustancias (por ejemplo: la histamina) que facilitan la puesta en marcha del proceso inflamatorio y la eliminación del patógeno.
Los mastocitos: los agentes fronterizos.
Residen en los tejidos, tiene una vida larga y son fundamentales en las reacciones inflamatorias, ante las infecciones parasitarias y las reacciones alérgicas, ya que a que pueden activarse y liberar una gran variedad de mediadores gracias a diversos antígenos, como alérgenos, patógenos y mediadores fisiológicos. Los mastocitos se encuentran en los lugares que sirven como barrera entre los tejidos y el exterior, como por ejemplo la superficie de las mucosas intestinal y pulmonar, la piel y por supuesto rodeando los vasos sanguíneos. Los monocitos son células que proceden del sistema inmunitario, los cuales luchan contra determinadas infecciones, contribuyendo a que los leucocitos destruyan los tejidos que están dañados, además, eliminan células cancerígenas. Estos sirven como escudo, contra sustancias extrañas que causan enfermedades.
Células dendríticas: las centinelas.
Se llaman de esta manera por sus formas de “árbol” o “dendritas”. Son las encargadas del comienzo en las respuestas inmunitarias adaptativas, y funcionan como “centinelas” del sistema inmunitario.
Los linfocitos (B y T) y las células asesinas NK (del inglés Natural Killer): los espías y asesinos profesionales.
Hay dos tipos principales de linfocitos: las células B y las células T. Las células B elaboran los anticuerpos para luchar contra bacterias, virus y toxinas invasoras. Las células T destruyen las propias células del cuerpo que han sido infectadas por virus o que se han vuelto cancerosas.
La célula asesina natural NK es tipo de linfocito y una pieza fundamental del sistema inmunitario innato para la defensa del organismo. Su función es la destrucción, sin contemplación ni dudas, de las células infectadas y de las células cancerosas, además de regular las respuestas inmunitarias. Cuando estas células fallan y también lo hacen los linfocitos T, y ya no realizan su función a causa del deterioro de nuestro sistema inmunitario, las células cancerosas y/o erróneas comienzan a desarrollarse.